Una película porno aparenta ser esa clase de obras que no pueden explicarse ni contarse: cualquier intento de hacerlo suele inspirar un escepticismo burlón, máxime en los advenedizos al género. Pero además del límite cultural y conceptual de esos advenedizos, puede ocurrir que los partidarios, los críticos o los apologistas no sepan explicarlas o contarlas. A menos que la pornografía tenga una esencia similar a cosas como las frutas, algunas de cuyas cualidades más representativas, sin embargo, se resisten a explicaciones intuitivas; en efecto, ¿qué significa que la naranja sea anaranjada o que su sabor sea dulce? Por suerte, lo que se busca en un objeto de consumo es mera satisfacción personal, lo mismo que en una película porno, porque una película porno también es un objeto de consumo, aunque generalmente de tipo privado, como el sexo, el whisky y, a veces, como la misma naranja. Y en nombre de quienes más se lo merecen: los increíbles actores –mujeres y varones– algo tengo que explicar para contribuir a que la película Eternas Felaciones sea consumida.
Todavía creo que el título original debió de haber sido “Eternas Masturbaciones”, porque refleja más precisamente la idea del film; y ya con esta mención estoy anticipando demasiado porque, aunque la película no pertenece al género de suspenso, incluye modestamente algunos tramos misteriosos cuya clave debiera preservarse. En tren de evitar decepciones en el espectador, me apuro a aclararle que traté –todo lo que me fue posible– de evitar los primerísimos planos de genitales (después me cuentan si extrañaron algo), porque la verdad que no me gusta el estilo, ya tradicional, de la mayoría de las películas triple X que se prestan más para proyecciones en aulas universitarias o congresos ginecológicos que en ámbitos de intimidad sexual. Prefiero la tendencia erótica (hasta no hace mucho comandada exclusivamente por directoras femeninas y que colpasó por su pertinacia en confundir erotismo con amor), y una de mis metas en el rubro es lograr algún día una obra que pueda calificarse sin vacilación como «porno erótico». Ahora, como también creo que el orgasmo no se alcanza en una auténtica relación sexual, o sea en un acto completamente compartido, donde hay acuerdo sincero en las causas y los efectos, sino que el orgasmo es patrimonio de la pura masturbación (incluyendo la variante denominada “mutua”, donde lo único mutuo es el permiso para masturbarse a costa del otro), traté de ilustar esta tesis en cinco contextos diferentes que propician la solapada y egoísta masturbación, repito, vía regia al orgasmo: a) el abuso, b) la clandestinidad, c) el desafío, d) la impudicia y e) la promiscuidad. El espectador –o consumidor– con alma de investigador podrá confirmarnos si el orden temporal de estas situaciones se corresponde con el de la evolución psicológica a lo largo de la historia. Si bien mi propósito fundamental no fue inducir a una reflexión sesuda sobre la condición humana, confieso que intenté aportar algo a la comprensión de la sexualidad, no para explicarla sino para potenciarla como práctica eficaz; y, considerando el probable fracaso de este ambicioso objetivo, me esforcé entonces por salvar –al menos– la sobreexcitación en el espectador-consumidor, cosa de predisponerlo para un orgasmo cabal (por supuesto, a través de una conspicua masturbación que, como ya dijimos, puede realizarse en pareja, total no le hace mal a nadie).
Por último, si Eternas Felaciones es una película estrictamente heterosexual se debe a momentáneas razones de mercado que aconsejan evitar desconciertos climáticos; pero me gustaría dejar bien en claro que, con la misma pasión y dedicación que consagré a la realización de esta película, proyecto realizar también películas gays, y bizarras, y travestis y así recorrer la multisexualidad en continuo desarrollo, aunque sólo pueda llegar donde me lo permitan mis propios desprejuicio y liberalidad.
Notas, artículos, imágenes, videos e información sobre fiestas temáticas y pornografía nacional
domingo, 27 de mayo de 2007
Pornodiscurso
La sexualidad es el sexo y el erotismo. El erotismo –aspecto no genital de la sexualidad– está asociado a un contexto, el cual implica una historia. Las historias pueden ser inventadas: no importa. Serán verdaderas si impulsan la libido para que la perversión se integre a la belleza y produzca poesía.
El sexo es puramente genital; y se puede decir cualquier cosa, pero a la hora de comprobar si se sabe o no se sabe cómo se coge, ya no se debe seguir hablando: hay que coger. La pornografía pareciera significar «por la no grafía», o sea «por el no discurso», un movimiento a favor de algo donde las palabras caen. Cuando la muerte se verifica, cuando el dinero entra en juego (por ejemplo, si lo pedís prestado), cuando las personas se desnudan, ante todas estas situaciones ya no se debe seguir hablando. Y si se habla, si se dice algo, se puede hacer algo al decirlo, como cuando se declara el amor, se insulta, se promete, se lamenta, se agradece. Porque se puede hablar sin producir discurso, como se puede producir discurso sin palabras; pero también se puede hablar a la vez que se hace algo al hablar.
Cada vez son más quienes prefieren lo que se muestra. Quizá porque en este caso es más difícil mentir, aunque se hable.
El sexo es puramente genital; y se puede decir cualquier cosa, pero a la hora de comprobar si se sabe o no se sabe cómo se coge, ya no se debe seguir hablando: hay que coger. La pornografía pareciera significar «por la no grafía», o sea «por el no discurso», un movimiento a favor de algo donde las palabras caen. Cuando la muerte se verifica, cuando el dinero entra en juego (por ejemplo, si lo pedís prestado), cuando las personas se desnudan, ante todas estas situaciones ya no se debe seguir hablando. Y si se habla, si se dice algo, se puede hacer algo al decirlo, como cuando se declara el amor, se insulta, se promete, se lamenta, se agradece. Porque se puede hablar sin producir discurso, como se puede producir discurso sin palabras; pero también se puede hablar a la vez que se hace algo al hablar.
Cada vez son más quienes prefieren lo que se muestra. Quizá porque en este caso es más difícil mentir, aunque se hable.
Publicado por
David Bellini
en
0:09
2 comentarios:
Enviar por correo electrónicoEscribe un blogCompartir en XCompartir con FacebookCompartir en Pinterest
Suscribirse a:
Entradas (Atom)